Los países demandan alimento y los exportadores, en línea con la disposición del Gobierno, extreman medidas de seguridad para no cortar la cadena de abastecimiento. ¿Cómo es operar con el mundo en tiempos de crisis sanitaria?

«La propagación del coronavirus ha puesto al mundo entero en una situación sin precedentes. Para frenar la propagación de la enfermedad y mitigar sus impactos, se están reduciendo los viajes y cerrando las fronteras, lo que afecta a los centros de transporte. Se están cerrando los puertos y negando la entrada a los buques», advirtió Kitack Lim, Secretario General de la Organización Marítima Internacional (OMI).

El máximo responsable de la seguridad y protección de la navegación y la contaminación del mar, señaló que «la capacidad de los servicios de transporte para entregar bienes vitales, incluidos los suministros médicos y los alimentos, será fundamental para responder y, en última instancia, superar esta pandemia».

Por eso instó a todos los Estados Miembro a no interrumpir «innecesariamente» el flujo de comercio marítimo, y al mismo tiempo garantizar la seguridad de la vida en el mar y la protección del medio ambiente.

En esa línea, al redactar el decreto de necesidad y urgencia 297/2020, que entró en vigencia desde las cero horas del 20 de marzo, el presidente Alberto Fernández, exceptuó del aislamiento social, preventivo y obligatorio al comercio exterior en general (artículos 6, incisos 15 y 18). La medida que, en principio, regirá hasta el próximo martes 31 sirvió de paraguas para enmarcar la actividad, al incluirla dentro de los «servicios esenciales».

A partir de ahí, los organismos de control, gremios y empresarios, comenzaron a trabajar en la adaptación de los protocolos sanitarios y aspectos particulares que surgieron con el ritmo de los días, en un clima aún más enrarecido por el fin de semana largo.

El virus golpeó en la Argentina, al promediar un semestre que se anunciaba difícil para el comercio exterior por la merma en la actividad que se registró en los últimos meses en términos globales y la caída progresiva en el precio de materias primas y del crudo en las últimas semanas.

Se suma también la caída de la demanda por parte de China, que bajó un 11 por ciento interanual sus exportaciones e importaciones en los primeros dos meses del año, hasta el viernes pasado, la actividad local funcionaba con normalidad.

Tras los anuncios oficiales, y una catarata de medidas resueltas desde la cartera de Transporte y la Dirección General de Aduanas, básicamente, los principales actores del sector se encolumnaron para garantizar la producción, comercialización y exportación de bienes esenciales.

La resolución del parate en uno de los principales puertos exportadores del país, Timbués, ubicado al norte de Rosario, Santa Fe, por donde se despacha cerca del 60 por ciento del aceite y harina de soja, trajo calma a las principales empresas exportadoras del país que, en esta época, utilizan 5 mil camiones por día para despachar maíz. El conflicto se resolvió extremando las medidas de seguridad, al instalar nuevos puestos de controles sanitarios.

«En algunos puertos no se está permitiendo el ingreso de camiones, pero la información es dinámica por eso, luego de varios días inhábiles, recién al cierre de esta semana podremos analizar datos concretos», alertó Dafne Anghelidis, titular de Agencia Marítima Intercontinental.

Efecto estoqueo y oportunidad
Así como en el plano local los días previos al anuncio de cuarentena las góndolas en los supermercados se vaciaron, en una escala mayor, el mundo está demandando alimento. «Para muchos productos elaborados que se pueden almacenar Estados Unidos, Japón y Europa representan una oportunidad», dijo Enrique Mantilla, titular de la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA) y señaló que «se están anticipando pedidos, algo que obviamente es temporal, pero si se da respuesta en tiempo, es una oportunidad».
«Hay que asumir y prevenir los riesgos porque parar el comercio exterior es perjudicar la economía y generar más pobreza», asumió y se enfocó en dos puntos. Por un lado, que Argentina necesita las divisas del comercio exterior para sortear esta situación, y por otro en la responsabilidad sobre la seguridad alimenticia. «Estamos ante una crisis global y la responsabilidad tiene que estar a esa altura», afirmó.

«Esta pandemia global lo que ha generado es un incremento de la demanda de corto plazo, sobre todo de maíz y harina de soja, porque los países sospechan que las cuarentenas pueden prolongarse mucho tiempo y temen por el desabastecimiento», explicó Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y Centro Exportador de Cereales (Ciara -CEC). «Los pedidos de abril y mayo se han incrementado sensiblemente, pero dependemos de la capacidad de recepción de mercadería; la cosecha la tenemos, lo importante es que los canales de circulación funcionen bien», señaló.

Idígoras destacó la participación de la Argentina como proveedor de alimento al mundo, y señaló que el principal destino de exportación sigue siendo la Unión Europea, para harina de soja -que es el primer producto exportable-, mientras que el sudeste asiático se lleva el 60 por ciento de los embarques de granos y derivados.

«Hoy no es un problema que China no compre, porque sus principales socios comerciales son Brasil y Estados Unidos. Mientras que Vietnam, que supera la compra de alimento desde Brasil, es el primer socio comercial de la Argentina», añadió.

Respuestas en línea
En estos días pocos se encargaron de contar toneladas y contenedores porque los ojos estuvieron puestos en la gestión para normalizar las operaciones. Empresarios del sector hablan de «contracción» o «retracción» y esperan que la reactivación llegue con el correr de los días y las enmiendas en normativas y disposiciones oficiales.

A tono con la situación de emergencia, Transporte creó un «Comité de Crisis Prevención Covid-19» con tres comisiones. Transporte ferroviario y automotor (ambas dependientes de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte) y una tercera para transporte fluvial, marítimo y lacustre (dependiente de la Subsecretaría de Puertos Vías Navegables y Marina Mercante). «Estamos trabajando de forma muy dinámica con el Comité donde intervienen todas las autoridades, empresarios y gremios, para mantener la operatoria tanto de comercio exterior como de cabotaje, como pidió el presidente de la Nación, siempre con la premisa de la seguridad tanto de los tripulantes como del personal portuario», dijo Leonardo Abiad, gerente de la Federación de Empresas Navieras de la Argentina (Fena).

Desde la entidad que nuclea al 80 por ciento de la flota de hidrocarburos -que quedó exceptuada en el primer documento oficial de cuarentena-, Abiad señaló que «garantizar el desarrollo de la actividad no tiene que ver sólo con que los tripulantes suban al buque en condiciones de seguridad, sino que alcance a todos los servicios conexos a partir de una mirada específica sobre cada uno de los actores que intervienen en la actividad fluviomarítima».

Desde el Centro de Despachantes de Aduana, su titular, Enrique Loizzo, destacó los esfuerzos del Gobierno para que el comercio exterior no se paralice. «Estamos todos de acuerdo en que los puertos, al igual que los hospitales, deben funcionar, lo que sucede es que hay un gran marco de inseguridad en las personas para moverse», dijo.

«La Aduana ha respondido a los requerimientos para clarificar temas que tienen que ver con la actividad», agregó Loizzo en alusión a la norma 2/2020 que aclara que se le dará prioridad a las operaciones y/o destinaciones de importación o exportación relacionadas con las «actividades esenciales», mencionadas en el decreto presidencial y habilita a los subdirectores generales a autorizar otras operaciones por ser consideradas críticas o esenciales.

Respecto a la actividad portuaria, José Beni, Gerente General de la Administración General del Puerto (AGP) destacó el trabajo con todos los actores del sector «para poder garantizar el abastecimiento de los argentinos». Y, al mismo tiempo, dijo que «el ingreso de mercadería mediante el puerto es esencial, dado que por él ingresan insumos que son cruciales para nuestra economía y en esta etapa para nuestra salud. Por eso, los portuarios estamos, siempre tomando los recaudos necesarios, poniendo el hombro para enfrentar esta situación».

Aunque las terminales que operan en el principal puerto del país señalan que trabajan con normalidad, especialistas coinciden en que se registran caídas que van del 30 al 70 por ciento, según el tipo de servicio y a eso se suma la culminación anticipada de la temporada de cruceros.

«Estamos resolviendo con mucha agilidad, con la Aduana, todos los problemas que se nos vienen encima por la responsabilidad que genera abastecer con insumos al sector de alimentos y salud, en un contexto tan adverso», reflejó Rubén García, presidente de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA) y contó sobre la suspensión de un viejo decreto para evitar el dumping de jeringas que «había sido solicitado en 2017 por una fábrica que ya no existe».

Limitaciones
En líneas generales, los dirigentes empresariales consultados reconocen que el Gobierno transmite «tranquilidad» al analizar las medidas con expertos. Algunos se mostraron preocupados por la «falta de personal en los organismos de control y certificación». Guillermo Wade, gerente de la Cámara de Actividades Portuarias y Marítimas (Capym), expresó que «con las licencias a mayores de 60 años, a padres, personal de riesgo, junto con la reducción de turnos, se generan demoras y sobrecostos porque, entre otras cosas, no se están tomando pedidos especiales». «Si la Aduana tiene un rol esencial para que se cumplan las operaciones de comercio exterior no entendemos que en esta situación se haya dispuesto asueto, pero no vamos a detenernos en esto sino en seguir buscando que toda la logística portuaria continúe funcionando», apuntó.

Sobre este planteo, fuentes del organismo que conduce Silvia Traverso, aseguraron contar con personal en todos los puntos para garantizar operatividad tanto para la importación de bienes esenciales como para sostener la generación de divisas. «Conocemos las necesidades que tienen las economías regionales y estamos trabajando en la adecuación a las realidades e identificación de especificidades, como problemas que plantearon desde la actividad limonera, vitivinícola y de pesca, que no se precisaron en el DNU pero se resolvieron de forma particular con la mayor agilidad posible».

Del caos pueden surgir oportunidades, tales como dar respuesta a una demanda latente de materia prima con valor agregado. El trabajo intenso, la adecuación de protocolos y enmiendas en tiempo real, consensuadas-cuarentena mediante- a través de vías digitales, también puede poner luz sobre una necesidad imperiosa: facilitar mediante digitalización y desburocratización las operaciones de comercio exterior..

Por: Ana Belén Ehuletche